domingo, 24 de abril de 2011

El sabor del tamarindo

Cansado de volver a nacer en la falda de las montañas del infierno
quiero descansar mi hambre al pie del baobab de mis ancestros,
y esperar a diario la hora de las gacelas.

Cansado de comer sin boca, de mirar sin océano, de vivir de tan torpe valentía.

Guardo el recuerdo de mi piel en el olvido, para que no pinche como un millón de avispas mi desvelo.

Mi cansancio no es un corte de la costumbre, mucho menos una negligencia.

Viene con la firme decisión de seguir abrazando la tormenta.
sólo que desprovisto de toda piedad por el mundo,
y por mi por supuesto.


Cansado de ver desfilar ante mi a la dorada vergüenza,
vestida con el trapo de la medianía.
Complacida, convencida, llena de certezas.


Tomo en mí el sabor del tamarido.

PD: Sólo pienso en ti bajo una gruesa sábana de lágrimas, a una hora en la que estoy seguro que Dios, no vigila.

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